lunes, 13 de abril de 2015

Ley Aído-Rajoy: triple engaño

 La retirada de la reforma de la ley del aborto de Aído obedece sobre todo a presiones internacionales y a falta de convicciones morales en el seno del PP. No se iba a permitir que España diera un paso adelante frente al avance estratégico del aborto, pues su ejemplo podría ser seguido por otros países europeos y sobre todo, americanos. La entrada en el Consejo de Seguridad de la ONU implicaba la aceptación plena de la agenda abortista por parte del Gobierno de España, además de la agenda deformativa homosexual en las escuelas, las "madres de alquiler" y otras degeneraciones, como denuncia sin tapujos Mons. Reig Pla en una reciente carta (ver "Por un plato de lentejas: la peor de las corrupciones").

 Ahora, Rajoy y su gobierno escenifican el "cumpli-miento" de su programa electoral cambiando las condiciones del aborto para chicas de 16-17 años y que, en lugar de someterse a un aborto por su única decisión, tenga que decidir un juez en caso de que sus padres se opongan. Este es el segundo engaño, pues es obvio que no cambiará nada una ley que consagra el aborto como si fuera un derecho, aunque el PP quiera ahora disfrazarlo acudiendo a juegos de palabras dignos de ZP.

 Pero hay un tercer engaño: el de una estúpida "fractura interna". Desde hace años, algunos nos han hecho ver una cara "provida" del PP, pero han sido incapaces de dimitir cuando ha llegado la hora de la verdad. Hoy, muy dignos, se "atreven" a no votar a favor de esta falsa reforma del aborto. ¡Qué valientes! Al día siguiente, seguirán ocupando sus escaños y puestos políticos, si les dejan en el partido. Creo que les dejarán; porque al PP le interesa que siga existiendo esa cara pseudo-provida en su partido, para no perder votos.

 "Porque no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca", dice el Señor (Apocalipsis 3,16). Si se tratara de una reforma de los impuestos a los alquileres, una actitud así podría bastar. Pero cuando se trata de algo esencial, que está en lo más hondo de la vida y de la moral de un país, creerse que por no votar una ley así queda uno justificado es una aberración. Se está cooperando con el mal, con un mal tremebundo, espantoso, sobre el cual resulta una quimera construir una sociedad justa y pacífica. Se está tomando el pelo a toda una nación, triplemente, y los más culpables son precisamente los que más habían contribuido a generar la falsa confianza de quienes les votaron: los políticos pseudo-provida del PP, que ahora escenifican este tercer engaño de la Ley Aído-Rajoy del aborto.

 Votar al PP en las últimas elecciones ha supuesto contribuir con ese mal: tal vez, buscando el "mal menor" se haya votado a favor de quienes han consolidado el derecho al aborto, y eso es muy grave. Se puede alegar que ha sido por engaño. A partir de ahora, ya no. Votar al PP o colaborar con él es apoyar el aborto, ser cómplice y colaborador de este genocidio de los más indefensos, aquellos que más obligación tenemos de proteger.

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