miércoles, 15 de abril de 2015

Aborto, política española y gobierno del mundo

Hoy se ha escrito una página fétida en la agenda abortista aplicada a España: la ratificación del aborto, reconocido de facto como derecho en la ley, por todos los partidos parlamentarios. Si es verdad -como dijo Madre Teresa- que "la mayor amenaza para la paz es el aborto", esto tendrá consecuencias gravísimas para nuestro país, en forma de violencia, privada y pública. Ya está teniendo muchas, porque el aborto es un drama fortísimo para quienes se someten a él, y si seguimos a este ritmo, una de cada  tres mujeres habrá abortado a lo largo de su vida fértil. Uno de cada tres hombres habrá participado también; muchos de ellos voluntariamente, incluso presionando a su pareja; otros como víctimas, padres sin derechos.

A nivel político, este acto ha sucedido, en primer lugar, por la falta de conciencia de los políticos del PP, que se suman a la tendencia de los del PSOE, IU, PNV, CiU, UPyD, etc. Sólo cinco diputados del PP no han votado la ley de falsa reforma propuesta por Rajoy, y ninguno de ellos ha estimado que una traición que aprueba más de cien mil pérdidas de personas indefensas al año sea causa suficiente para presentar su dimisión. Se han limitado a lavar su conciencia ante la vida de los inocentes, con un acto tan insuficiente como el lavatorio de otro político hace cerca de dos mil años.

En segundo lugar, esto no es algo que suceda sólo en España, evidentemente. Ha ocurrido por las enormes presiones internacionales, a nivel político y económico. No se iba a permitir que España diera un pequeño paso atrás en la persecución del concebido, amenazando la apisonadora política del abortismo internacional, ejemplo que podría ser seguido por otros países europeos y americanos. Si un gobierno se saltaba la norma, cualquiera podría saltársela. El que controla la marioneta, lo hace con mano férrea.

Porque, digámoslo claramente, España y otros países ya no son soberanos, salvo para cuestiones menores. La edificación de la Comisión Trilateral y el Club de Bildeberg aunó en un foro los intereses de las grandes multinacionales americanas, europeas y asiáticas. Estos intereses, vinculados a clanes como los Rockefeller, los Ford o ahora los Gates, y a otros menos conocidos, constituyen lo que se ha llamado muy acertadamente "el gobierno del mundo en la sombra", la "tiranía transnacional del dinero" o los artífices del "Nuevo Orden Mundial".

Son estos intereses los que diseñaron los acuerdos de Maastrich. Aquellos acuerdos permiten el libre comercio de productos; de esta forma, las empresas pueden fabricar en China, donde los salarios son penosos y no existen auténticos derechos laborales. No se exige para las exportaciones una mínima cobertura ética o legal. Así, se dispone de cientos de millones de esclavos al servicio del capitalismo más salvaje, sometidos bajo la bota del comunismo o de la miseria y la corrupción, mientras millones de europeos se quedan en el paro. Todos sufren, menos los bancos y las grandes empresas. Los necesarios ajustes no son problema, porque los impuestos se dedican a rescatar a los bancos en lugar de rescatar a los pobres. Esto es lo que estamos viendo y soportando con la mercantilización del trabajo, lo que denunció proféticamente Juan Pablo II: se cosifica al trabajador como si fuera un mero instrumento de producción.

Este "gobierno del mundo en la sombra" tiene intereses económicos e ideológicos, que van de la mano. Existe una verdadera "espiritualidad del dinero" realmente satánica. En su aspecto más visible, extrae las materias primas de África, mantenida en el subdesarrollo, fabrica en Asia, con esclavos chinos, indios, etc, y vende en el "primer mundo", en el que se experimenta una caída progresiva de los derechos sociales y personales. Los europeos y americanos del norte, con el resto del primer mundo, somos útiles mientras compramos, los asiáticos son útiles mientras producen; de los africanos, hispanoamericanos y otros, sólo se espera que no estorben mientras se expolian sus materias primas, y para eso hay que controlar su población. Por eso se mantiene al pueblo saharaui sometido mientras las multinacionales extraen fosfatos de su subsuelo. Por eso, las grandes farmacéuticas no han permitido la producción de antiretrovirales para África a precios asequibles, facilitando el control poblacional. Por eso, se han retirado fondos de ayuda a países americanos que no aceptaban el aborto, como Nicaragua, o a países africanos que controlaban eficazmente el VIH, como Uganda. Por eso, la ONU ha exigido al Gobierno de España que aceptara la agenda abortista y de género a cambio del puesto en el Consejo de Seguridad, como se atrevió a denunciar Mons. Reig Pla en un reciente carta titulada "Por un plato de lentejas; la peor de las corrupciones". Todo funciona como una mafia mundial: si no aceptas, te hunden, si aceptas, te premian.

Este plan de explotación mundial y control demográfico, que cuesta cada año millones de muertes por hambre, aborto y guerras financiadas, y un sinnúmero de injusticias, está descrito inicialmente en el "Informe Kissinger", en el National Security Memorandum 200 de los EEUU. Una herramienta clave para lograrlo es el imperialismo demográfico. El control poblacional se disfrazó expresamente de lucha por la libertad de la mujer para elegir. Su arma fundamental es el aborto y lo que se llama eufemísticamente en documentos internacionales "salud reproductiva". Pablo VI clamó en solitario contra este montaje genocida, y atrajo sobre la Iglesia Católica aún más odio de parte de los poderosos, odio que continúa creciendo y manifestándose. Por eso tampoco se está informando ni actuando contra la masacre de cristianos a manos de yihadistas en África y Oriente. Todo se sustenta con falsas democracias tuteladas desde arriba, medios de comunicación controlados que nos convierten en tontos útiles a su causa y el sistema bursátil que premia a las sociedades anónimas, convirtiendo las empresas en gigantes inhumanos al servicio del dinero, es decir, de las personas más ricas y sin escrúpulos del planeta.

Lo que ha pasado hoy en España es el enésimo acto de esta injusticia global, en una falsa democracia tutorizada por ese "gobierno del mundo en la sombra", del que los parlamentos son una marioneta, un engañabobos.  Conocer y difundir todo esto resulta difícil porque este sombrío gobierno mundial controla los medios de comunicación. Por ejemplo, Juan Luis Cebrián, director de "El País" muchos años, ha sido la principal correa de transmisión de la Comisión Trilateral, a la que pertenece desde hace décadas.

Pero, ¿qué puede hacer un pobre ciudadano para luchar contra la Bestia? ¿Es posible actuar políticamente contra la injusticia social, en defensa de los más débiles, y en contra de los ilegítimos usurpadores de una soberanía que no es suya, que convierten la democracia en demagogia, y ésta en tiranía oculta? La Doctrina Social de la Iglesia aporta directrices fundamentales, pero precisa de personas que propongan soluciones concretas, para luchar contra la injusticia social y el poder ilegítimo de las grandes fortunas. Hasta ahora, han brillado por su ausencia. No parece existir otro camino que enfrentarse a este Goliat; primero en cada corazón, en cada casa y en cada lugar de trabajo; también en cada pueblo y ciudad, y en cada nación.

lunes, 13 de abril de 2015

Ley Aído-Rajoy: triple engaño

 La retirada de la reforma de la ley del aborto de Aído obedece sobre todo a presiones internacionales y a falta de convicciones morales en el seno del PP. No se iba a permitir que España diera un paso adelante frente al avance estratégico del aborto, pues su ejemplo podría ser seguido por otros países europeos y sobre todo, americanos. La entrada en el Consejo de Seguridad de la ONU implicaba la aceptación plena de la agenda abortista por parte del Gobierno de España, además de la agenda deformativa homosexual en las escuelas, las "madres de alquiler" y otras degeneraciones, como denuncia sin tapujos Mons. Reig Pla en una reciente carta (ver "Por un plato de lentejas: la peor de las corrupciones").

 Ahora, Rajoy y su gobierno escenifican el "cumpli-miento" de su programa electoral cambiando las condiciones del aborto para chicas de 16-17 años y que, en lugar de someterse a un aborto por su única decisión, tenga que decidir un juez en caso de que sus padres se opongan. Este es el segundo engaño, pues es obvio que no cambiará nada una ley que consagra el aborto como si fuera un derecho, aunque el PP quiera ahora disfrazarlo acudiendo a juegos de palabras dignos de ZP.

 Pero hay un tercer engaño: el de una estúpida "fractura interna". Desde hace años, algunos nos han hecho ver una cara "provida" del PP, pero han sido incapaces de dimitir cuando ha llegado la hora de la verdad. Hoy, muy dignos, se "atreven" a no votar a favor de esta falsa reforma del aborto. ¡Qué valientes! Al día siguiente, seguirán ocupando sus escaños y puestos políticos, si les dejan en el partido. Creo que les dejarán; porque al PP le interesa que siga existiendo esa cara pseudo-provida en su partido, para no perder votos.

 "Porque no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca", dice el Señor (Apocalipsis 3,16). Si se tratara de una reforma de los impuestos a los alquileres, una actitud así podría bastar. Pero cuando se trata de algo esencial, que está en lo más hondo de la vida y de la moral de un país, creerse que por no votar una ley así queda uno justificado es una aberración. Se está cooperando con el mal, con un mal tremebundo, espantoso, sobre el cual resulta una quimera construir una sociedad justa y pacífica. Se está tomando el pelo a toda una nación, triplemente, y los más culpables son precisamente los que más habían contribuido a generar la falsa confianza de quienes les votaron: los políticos pseudo-provida del PP, que ahora escenifican este tercer engaño de la Ley Aído-Rajoy del aborto.

 Votar al PP en las últimas elecciones ha supuesto contribuir con ese mal: tal vez, buscando el "mal menor" se haya votado a favor de quienes han consolidado el derecho al aborto, y eso es muy grave. Se puede alegar que ha sido por engaño. A partir de ahora, ya no. Votar al PP o colaborar con él es apoyar el aborto, ser cómplice y colaborador de este genocidio de los más indefensos, aquellos que más obligación tenemos de proteger.