viernes, 2 de enero de 2015

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia

La situación político-social en occidente y en España en particular, es desastrosa. Crisis económica, paro, corrupción, aborto, envejecimiento de la población, injusticia social, emergencia del populismo... no es necesario seguir enumerando. Humanamente, no parece haber solución.

Sin embargo, Jesucristo nos marca un camino: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura" (Mateo 6,33).

¿Cuál es esa "justicia" que tenemos que buscar primero?

Nuestra maltrecha economía ha crecido sobre la injusticia. La primera injusticia es mantener deliberadamente en el subdesarrollo al Tercer Mundo, para poder seguir extrayendo materias primas a precio de saldo que abaratan los procesos industriales. La segunda es el imperialismo demográfico o control poblacional, para evitar amenazas a ese abuso, recurriendo en muchos casos al aborto. La tercera es la producción en condiciones de esclavitud en economías "emergentes", permitida por la liberalización del tráfico de mercancías sin exigir garantías laborales a los productores; su efecto nocivo llega hasta nosotros con la mercantilización del trabajo. Todo esto es comercio injusto, del que nos beneficiamos en el precio de los productos, pero que a la larga acaba perjudicando a la sociedad, a las familias y a las personas. Hay injusticias más específicas, como ha sido en nuestro país la especulación con un bien de primera necesidad, como es la vivienda. Eso ha echado sobre las familias una carga económica opresiva.

Existen otras injusticias que van más allá de lo económico, como el aborto, la trata de personas, etc. Es imposible que una sociedad que elimina deliberadamente a sus hijos pueda construir una convivencia justa y pacífica.

Todo esto se ha favorecido por la organización de un poder ilegítimo, que ha usurpado paulatinamente la autoridad de los pueblos: la tiranía transnacional del dinero, que ha constituido la Comisión Trilateral y otras organizaciones, un verdadero gobierno del mundo en la sombra.

Por eso, una propuesta político-social para esta situación de crisis es optar primeramente por la justicia social e internacional, por el comercio justo y la defensa de la vida y la familia, recuperando la autoridad política de los pueblos. Eso es buscar primero el Reino de Dios y su justicia.

Pero de nada vale cambiar estructuras si las personas no cambian. Difícilmente podremos transformar lo externo si no nos trasformamos nosotros. Esta crisis es también una llamada a ser justos nosotros, en nuestras familias; una ocasión para cambiar nuestros propios hábitos y renovar nuestros valores, para renovar nuestra forma de convivencia.